Es chocante cuando en una violación se culpa a la víctima, buscando excusas que justifiquen lo ocurrido empequeñeciendo a quien sufre y minimizando a quien ejecutó…
Pero si esas excusas que intentan exculpar a los verdugos salen de la boca de un chico de 12 años se agudiza la preocupación, y afloran cuestiones que no dejan de rondarme la mente una y otra vez… Esto cobrará sentido más abajo, no te preocupes, o sí: desde luego en mi caso fue para darle vueltas hasta convertir mi inquietud en este texto reflexivo que estás leyendo ahora mismo…
¿Qué estamos haciendo tan mal para que se repitan situaciones como violaciones grupales reproduciendo la historia horrible de «La Manada«? En este sentido sin duda fue la sentencia controvertida que echó a la calle a medio país. A pesar de haber penetraciones vaginales, bucales y una anal por parte de los acusados (eran cinco contra una, diferencia de edad, hurto de mv, etc.) un magistrado «no apreció en los hechos ningún comportamiento constitutivo de delito sexual…». Siempre pensé qué hubiera dicho si la víctima fuera familiar de este señor… ¿Y qué es lo que falla en nuestra sociedad y en los senos de las familias del siglo XXI en España para que se siga tendiendo a estigmatizar a la víctima en lugar de defenderla y arroparla? Falta de información no es, ¿entonces?
Cada caso de violación recibe un patrón similar que tienden a culpar a la víctima
Efectivamente a la hora de externalizarse denuncias relacionadas con este ámbito, rápidamente emergen posibles excusas que dilapidan a la víctima. No es nada nuevo pero sigue siendo igual de bochornoso años atrás que ahora.
Y aunque existan pruebas médicas concretas que señalen directamente a lesiones coincidentes con casos de violación, la tendencia es a pensar -y decir sin escrúpulos- que ella se lo buscó en cierto sentido por estar sola a ciertas horas, o vestir de tal manera o estar rodeada de chicos ¡y SOLA! entre otras lindezas.
Por eso, por recibir un tratamiento casi vejatorio por prácticamente todas las partes del sistema -judicial, social, escolar, y familiar a veces incluso- muchos casos de violación se quedan encerrados en el mar de lágrimas y océano de depresión de la mujer que lo ha sufrido; se prefiere silenciar a denunciar porque por desgracia siguen arraigados comportamientos sistemáticos erróneos que impiden avanzar.
Excusas manidas en torno a la violación
Voy a enumerar aquellas frases que a menudo -más de lo que crees- se suelen lanzar por inercia en conversaciones de tú a tú y en diferentes contextos como en colegios (alumnado, familias en el patio…), en casa, en la calle, en los medios, en juzgados, en el trabajo, en el supermercado… siempre en torno a casos mediáticos donde parecemos tener derecho a juzgar porque se ha externalizado la información:
- ¡A quién se le ocurre ir sola a esas horas por la calle!
- Es que menudas pintas, va enseñando y luego…
- Eso le pasa por estar con tanto chico sola.
- Es una calientapol…
- ¿Y no fue capaz de pedir ayuda?
- ¿No se marchó de allí?
- Fijo que busca dinero
- Quiere arruinarle la vida a esos pobrecicos
- …

Son solo ejemplos, y fijo me he dejado bastantes en el tintero, pero sirven de muestra para comprender lo corrompida que está nuestra sociedad actual, embriagada de desinformación y apática hacia la información veraz donde entran en juego «opinólog@s» en redes sociales aportando su visión segmentada y «des-enfocada» desde su visión personal -subjetiva-. Y puede que pienses que yo ahora mismo estoy haciendo igual: opinar sobre quienes opinan, y es verdad aunque eso sí, tendiendo con ello una mano hacia las víctimas en lugar de hacia los verdugos, porque las primeras están en clara desigualdad frente a los segundos…
Lo peor de todo, y lo que más me preocupa, es que tenemos acceso a mucha información pero me da la sensación de que no importa la cantidad: realmente se hace necesario que se coloque en el lugar adecuado porque desde luego no ayuda que los debates se despierten en las redes sin intervención de gente experta que podrá aportar sentido a muchas causas y situaciones desencadenas en las violaciones que se juzgan cuestionando a la víctima -actitudes que atienden a sobrevivir, por ejemplo-.
El caso concreto de supuesta violación que me ha generado estar escribiendo este texto
En el primer párrafo de este post menciono a un chico de 12 años, y tiene su razón de ser: en la última semana de febrero 2021 salió a la palestra, en un sitio determinado en el que yo estaba presente, un caso de tres chicos menores de edad (dos de 16 años y uno de 17 años) que violaron presuntamente a una chica en Valladolid, mi ciudad.
El contexto los sitúa en un parque el fin de semana, haciendo botellón. El resto lo puedes imaginar presuntamente. A la mañana siguiente la chica relata lo acontecido a su madre y su padre y la llevan al hospital; allí proceden a realizar pruebas concretas que resultan ser coincidentes con los hechos narrados y así interpusieron la demanda correspondiente.
A mí me llega la información porque en Valladolid al final está todo conectado de un modo u otro y se generó mucho revuelo por diversas situaciones. Delante de nuestra conversación estaba un chico que apuntilló sin pestañear «que ella se lo había buscado» y me quedé estupefacta. Iba al mismo colegio que la chica y los chicos, y al parecer era una frase muy extendida entre otras. Hablé con él y comprendí que queda mucha tarea que hacer en las generaciones adolescentes porque estamos involucionando.

Además, creo firmemente que tenemos una responsabilidad muy grande dentro del entorno de progenitores/as porque me asusta la banalización que muchas veces se hace de estos temas en las sobremesas, en los programas de televisión, en tiendas de barrio, en medios de comunicación, entre amigas/os, etc. Curioso cómo esta misma noticia la he encontrado desarrollada en varios sitios con diferente extensión, por ejemplo, lo que supone cierta confusión si se omiten algunos datos de gran valor como que en el reconocimiento médico los hallazgos eran compatibles con lo denunciado.
Y si encima recurrimos a menudo a frases como las arriba mencionadas en esas sobremesas, o en esos contextos sociales diversos expuestos arriba, al final ese mensaje victimizando a verdugos y sacrificando a la víctima cala en nuestras/os hijas/os. Al menos es lo que en ese momento se me pasó por la cabeza tras la conversación con este chico que lanzó aquella frase que me ha llevado a estar redactando este contenido.
¿Verías normal tu violación por la ropa que llevas?
Quisiera hacer un ejercicio contigo si eres hombre: imagina que vas por la calle, te llamas Óscar -o Javier, Rodrigo, Juan, Alberto, Manuel y un largo etc. de posibilidades masculinas- y has estrenado un jersey nuevo que realza tu cuerpo. Además, lo acompañas de un pantalón pitillo ajustado que te sienta francamente bien.
Lo único que pretendías era sentirte a gusto con esa ropa y decidiste salir como cualquier otro día a la calle, solo, pero alguien se fija en ti y se obsesiona. Decide que quiere tener relaciones sexuales contigo y sin preguntarte te fuerza aunque tú te niegas de primeras: forcejeas, intentas zafarte pero es más fuerte que tú y acaba culminando el acto.
Es horrible, no te lo merecías, y cuando lo cuentas la gente empieza a decir que tú te lo has buscado por ir marcando paquete, que qué hacías a esas horas por esa calle o que mientes y pretendes sacar dinero… Eso entre otras lindezas… ¡Qué injusticia! «¿Por qué se me juzga como culpable en la sociedad y no se me escucha?» creo que pensarías… Pues este es el pan de cada día de una mayoría de víctimas.
Y si eres mujer que ha soltado y/o pensado alguna de las frases de más arriba prejuzgando a la víctima y culpándola en algún momento (en casos mediáticos, por ejemplo), simplemente en el primer párrafo de este apartado sustituye cualquiera de los nombres masculinos por el tuyo y lee el relato a ver qué piensas, qué sientes… Seguro que asco, impotencia, pena… Es que empatizar es lo que tiene, que si nos ponemos en la piel de la otra parte es posible que podamos comprender algo mejor aquello que viendo desde fuera no se consigue fácilmente.
No soy aquí la más empática del mundo, eso es imposible, pero intento reeducarme al respecto porque cojeo muchas veces también en muchos temas por no empatizar. Nadie se libra, y siempre quiero dejar claro que la autocrítica va por delante en cada texto reflexivo planteado. Es importante remarcar esto.
¿En mi época de adolescente todo era distinto?
Francamente no lo sé, porque siempre tendemos a echar la vista atrás con nostalgia, lo que genera que edulcoremos de más la época que vivimos, pero sí puedo decir desde mi propia experiencia como mujer que muchas veces estuve sola con un gran número de chicos y nunca me pasó nada: ¿suerte o simplemente las cosas no estaban tan viciadas y descontroladas como ahora?
Sí es posible que como el acceso a Internet en general, y a la pornografía en particular, cada vez se hace en edades más tempranas se desvirtúa una realidad sobre el sexo que genera patrones conductuales cada vez más enfermizos. Y este acceso a mundo digital en mi época se daba en menor medida porque Internet no estaba en todos los hogares, y acceder a ciertos contenidos resultaba más difícil que ahora a golpe de click.
Pero hay más motivos para que se emulen más violaciones grupales, como la sentencia de «La Manada», que provocó que media España se echara a las calles. Aquella sentencia creo que se percibió defendiendo que violar no resultaba tan duro penalmente hablando así que las réplicas aumentaron de manera alarmante (Lee esta noticia del 2020 en La Vanguardia… datos devastadores).
Salí a la calle aquel abril del 2018 para unirme a la manifestación contra la sentencia de La Manada, puedes verlo en la imagen de abajo (abril 2018, camiseta mostaza):

En mi época tampoco tenía miedo a que me ocurriera nada por la edad, posiblemente, o no: ahora con casi 37 años que tengo puedo decir que antes de la pandemia iba a conciertos sola -para hacer crónicas para mi blog de Distrito Uve, por ejemplo- y al regresar a casa de noche he tenido miedo prácticamente siempre en los últimos años. De hecho llamaba a mi marido desde que salía de la sala y cogía taxi si me pillaba lejos de casa, o desde la sala mientras iba andando hasta casa si estaba ubicada cerquita de donde vivo. No terminaban antes de las 00h.
Mi realidad es la que estoy contando, y sé que le ocurre a más mujeres el tener miedo a ir solas por la calle, y añado: percibo una inseguridad tremenda, con cada vez menos presencia policial -recortes, se llama-. Encima hay otra sensación que es mucho peor aún: la indefensión por todo lo explicado arriba, por esos juicios de valor y por esa justicia que necesita una reforma en muchos ámbitos pero que ningún partido político acomete en profundidad a pesar de ser un reclamo por parte del pueblo al que representan… Sería interesante también revisar tema magistrados que vuelcan su mentalidad retrógada en los juzgados (caso Nevenka, por ejemplo. Brutal el documental en Netflix que muestra una sociedad devenida en «suciedad» y un fiscal que en fin…).
Así que sea fruto del paso del tiempo o no, lo cierto es que tengo una hija pequeña que en unos años querrá salir con sus amigas y socializar como hemos hecho todas/os de más jóvenes, y no quisiera que tuviera estos miedos que a mí me acompañan a menudo. Veo las cosas cada vez peor, aun encontrándonos en el siglo XXI donde la tecnología avanza y las mentalidades retroceden a pasos agigantados. Solo deseo que pueda ser libre, ir sola sin ser cuestionada, vestir como quiera sin ser tachada de nada y poder contar con un sistema judicial que la proteja a ella, a todas, a todos… ¿Utopía o puede convertirse en realidad?
¿Tú qué piensas? Cuéntame abajo en comentarios o bien comenta en Facebook: intercambiar opiniones enriquece 🙂
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